El
diagnóstico para el síndrome de Prader-Willi se puede realizar a partir de los
síntomas y la apariencia física
(Estrabismo, labio superior delgado, frente estrecha, palidez, etc.), siendo
evidente poco tiempo después del
nacimiento. Los test genéticos en
busca de alteraciones cromosómicas permiten confirmar el diagnóstico. Además, debido
al gran número de enfermedades asociadas al síndrome, es necesario realizar
otros análisis (hipertensión, osteoporosis, enfermedades cardiovasculares,
diabetes, etc.) que permitan una detección
precoz de problemas asociados al SPW para poner en marcha tratamientos y
medidas de prevención.
Las técnicas
diagnósticas han evolucionado desde
1981, año en el que se establecieron los primeros criterios, basados en la
prevalencia de síntomas descritos por
padres de cerca de 100 pacientes con SPW.
A partir de
1993 se establece un nuevo sistema basado en puntuaciones (diferentes para los
distintos grupos de edad), atendiendo a 3 tipos de criterios diagnósticos: criterios mayores (Hipotonía, Retraso
del desarrollo, Hiperfagia, Obesidad, Hipogonadismo,…), criterios menores (Problemas de comportamiento, Hipopigmentacion, Anomalías
oculares, Trastorno del sueño, saliva viscosa,…), y hallazgos de soporte. Aunque estos
criterios descritos por Holm permanezcan vigentes, la amplia accesibilidad de
los diagnósticos genéticos actuales ha abierto paso a una alternativa de mayor
precisión, estableciendo unos criterios de sospecha (TABLA 2) que preceden al estudio
genético.
La
estrategia diagnostica a través del estudio genético en pacientes con sospecha
clínica de SPW engloba varias pruebas. Se basa en establecer un cariotipo (a
partir de sangre periférica) para
reconocer como se ordenan los cromosomas. También se realiza como prueba
inicial un análisis de metilación, que permite identificar los principales
defectos moleculares asociados al SPW
(deleciones, disomía uniparental y defectos de impronta), pero no permite
diferenciar entre estas etiologías. Si la prueba de metilación es normal, se
puede descartar el SPW, y si esta alterada se debe realizar una técnica de
hibridación in situ fluorescente (FISH) con el uso de sondas específicas. En
los casos en que no se observa una deleción en el FISH, se realizara el
análisis molecular del ADN mediante el uso de micro satélites. Esta técnica
permite determinar la procedencia
materna o paterna de los cromosomas, es decir, diferenciar si ambos cromosomas provienen del
mismo origen parental (disomía uniparental materna) o si su origen es
biparental (defecto de impronta por exclusión).
Estas
técnicas (Metilación, FISH, microsatélites), puede ser utilizadas como parte
del diagnóstico prenatal, a partir de muestras de líquido amniótico o biopsia
corial. Es necesaria una correcta información a los padres sobre los problemas
derivados de estas técnicas, y el riesgo de recurrencia (posibilidad de que
unos padres que hayan tenido un hijo con SPW, vuelvan a tenerlo), siendo
necesario para ello identificar el mecanismo genético involucrado. De esta
forma, cuando en una familia hay un individuo afectado por deleción o disomía
uniparental materna, hay un riesgo de recurrencia bajo, alrededor del 1%. Sin
embargo en caso de mutación de impronta, el riesgo aumenta hasta el 50% (los
padres pueden ser portadores de la mutación).
Autor:
Alberto García Piorno
Kiara Cristina Córdova Pasache
Kiara Cristina Córdova Pasache
Qué curioso cómo se puede llegar a la misma enfermedad de diferentes formas (impronta, disomía uniparental, delección) y cómo esto condiciona el riesgo de recurrencia, lo cual es muy importante a la hora de tener un hijo.
ResponderEliminarMónica Hortigüela